viernes, 21 de noviembre de 2025

¿Cuánto petróleo produce EEUU y cuántas reservas le quedan?

 

Víctor Álvarez R. / Premio Nacional de Ciencias

  ¿Lucha contra el narcoterrorismo o excusa para controlar las reservas de petróleo más grandes del mundo?

 Según la Administración de Información Energética (EIA), EEUU alcanzó un nuevo récord de producción que lo consolida como el mayor productor de petróleo del mundo. 

¿Cuánto petróleo produce EEUU y cuántas reservas le quedan?

EEUU es el principal productor de petróleo en el mundo con 13,6 MMBPD, pero a ese ritmo tiene reservas para apenas 10 años. A pesar del crecimiento de las energías renovables, los combustibles fósiles cubren más del 70% del consumo energético mundial. Más allá de 2050, los hidrocarburos seguirán siendo relevantes. Por eso, a EEUU -que le quedan tan pocas reservas- le urge controlar nuevos yacimientos de hidrocarburos que le garanticen un suministro estable y seguro mientras el petróleo tenga un peso importante en la matriz energética global.

El nuevo mapa energético mundial

En el Informe de McKinsey Perspectiva Energética 2025[1] se estima que el consumo total de energía del planeta se estabilizará hacia el final de esta década, impulsado por mejoras tecnológicas y una mayor eficiencia en los procesos industriales. Hasta el 2030, el crecimiento promedio anual de la demanda caerá del 1,6% al 0,3%, y hacia 2030 podría comenzar un descenso paulatino.

La demanda de electricidad se duplicará y pasará de representar el 20% de la energía final consumida en 2025, a más del 50% en el año 2050. La electrificación del transporte será uno de los motores principales: hacia 2040, siete de cada diez autos nuevos vendidos serán eléctricos, y la logística pesada (camiones, trenes, barcos) incorporará progresivamente sistemas híbridos o impulsados por hidrógeno. La IA y los centros de datos también presionarán el aumento de la demanda de electricidad: se prevé que el consumo eléctrico asociado al cómputo en la nube y a la inteligencia artificial crezca un 160% hacia 2030, lo que obliga a repensar la planificación energética global.

La digitalización, la automatización industrial y la eficiencia de los motores eléctricos reducirán el consumo de energía por unidad de PIB. Las energías renovables, especialmente la solar y la eólica, liderarán la expansión. La energía solar será la tecnología dominante, multiplicando por seis su capacidad instalada actual, mientras que la eólica duplicará la suya. Pero sin energía accesible y financiable, no hay transición energética global posible y en muchos países se mantendrá el uso de combustibles fósiles.

¿Cuál es la tendencia en el uso de combustibles fósiles?

A pesar del crecimiento de las energías renovables, los combustibles fósiles aún cubren el 78% del consumo mundial y mantendrán un peso importante en las próximas dos décadas. El petróleo seguirá siendo clave para el transporte pesado, la aviación y la petroquímica, con una demanda que comenzará a caer después de 2035.

El pico de demanda no significa el fin de la energía fósil, sino una redistribución estructural hacia fuentes más limpias y sistemas más eficientes. Los hidrocarburos en general seguirán siendo relevantes -incluso después de 2050-, con el gas natural como una energía puente en regiones dependientes del carbón como Asia y Europa del Este que buscan reducir emisiones sin perder competitividad.

El gas representará cerca del 22% de la matriz energética mundial mientras que ecarbón continuará su declive estructural. Se prevé que su participación en la generación eléctrica global caerá del 24% actual a menos del 8% en 2050.

¿Lucha contra el narcotráfico o excusa para controlar las reservas de petróleo más grandes del mundo?

Al talante autoritario de Trump no le mueve la restauración de la democracia ni la defensa de DDHH, sino el control del petróleo y minerales. En su visión mercantilista y empresarial, cualquier acuerdo debe garantizarle el control sobre estos recursos. En un video que circuló ampliamente por las RRSS, Trump se lamenta por no haber derrocado a Maduro en su primer gobierno y tomado el control del petróleo.

Este interés por controlar las reservas de petróleo y minerales no es nuevo. En 2019, Trump mantuvo soldados en Siria buscando que EEUU se quedara con el control del petróleo y gas, y criticó que -tras la invasión a Irak en 2003-, no se tomara el control de los campos petroleros. A Zelenski le exigió pagar con minerales ucranianos el apoyo recibido en la guerra contra Rusia. Trump también quiere apropiarse de Groenlandia para explotar las reservas de petróleo y tierras raras que se utilizan en la industria militar y de alta tecnología. El interés de Trump ahora es mayor porque China -que controla 70% de la producción y 90% del procesamiento de estos recursos- anunció restricciones a las exportaciones de tierras raras, ampliando así los controles sobre el uso de estos recursos estratégicos.

A Trump le interesa cortar los vínculos económicos de Venezuela con China, Rusia e Irán. Pero debe medir muy bien las consecuencias de forzar un cambio de régimen con la excusa de la lucha contra el narcoterrorismo. Los ataques letales contra embarcaciones de Venezuela, Colombia, México, y la amenaza de ataques internos pueden ser el detonante de un conflicto regional que agrave los cuellos de botella en el suministro de petróleo y minerales.

A diferencia de las tensiones y conflictividad en el Medio Oriente, Sudamérica y El Caribe son una región de paz y bajo riesgo geopolítico. Pero un ataque de EEUU a objetivos en Venezuela y Colombia puede ser el detonante de una espiral de violencia regional con atentados a oleoductos, tanques y muelles que puede poner en peligro el suministro estable del petróleo y minerales que EEUU necesita.

¿Vale la pena forzar un cambio de régimen cuando el mismo Trump confirmó la información que reveló The New York Times sobre emisarios de Maduro que ofrecieron garantizarle a EEUU un suministro seguro de petróleo y minerales sin que tenga que disparar un tiro? ¿Cuáles serían las consecuencias?

Si Trump fracasa en una operación quirúrgica para capturar a Maduro y ordena la retirada de la movilización militar sin precedentes que desplegó en El Caribe, el costo político que puede pagar en las elecciones a mitad de período de 2026 le puede resultar ruinoso e impagable. Pero Trump puede anticiparse y controlar esos daños si retoma la vía diplomática y negocia con Maduro una solución política y pacífica de este conflicto y evitar que Venezuela se hunda en una espiral de violencia que se sabe cuándo comienza, pero no cuándo termina.

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