jueves, 31 de julio de 2025
¿Quiénes son los responsables de que el país descontento se haya quedado sin representación institucional en la AN, gobernaciones y alcaldías?
Víctor Álvarez R. / Pedagogía Electoral
María
Corina Machado (MCM) calificó las elecciones de diputados, gobernadores y alcaldes
como una derrota para Nicolás Maduro: “90% de los venezolanos desobedecimos
a este régimen”. El resultado de esa desobediencia fue que los
candidatos oficialistas se llevaron 256 de los 285 diputados a la Asamblea
Nacional, 23 de las 24 gobernaciones y 285 de los 335 alcaldes.
¿Quiénes son los responsables de esta catástrofe electoral de la oposición que impidió al país descontento quedar mejor representado en la Asamblea Nacional, gobernaciones, alcaldías y otros espacios de resistencia y lucha institucional?
La responsabilidad del gobierno
En las presidenciales del 28 de julio
de 2024, el CNE dio como ganador al candidato oficialista, un sorprendente e
inesperado resultado contrario a las encuestas preelectorales, a las mediciones
a boca de urna, y a las actas en manos de los testigos. La Sala Electoral
del TSJ convalidó este resultado y en su
decisión “exhorta al CNE a publicar los resultados definitivos (…) según lo
previsto en la Ley de Procesos Electorales”. A un año de haberse celebrado las
elecciones presidenciales, aún no se han publicado las actas
desagregadas por mesas y centros electorales que validen aquel resultado.
Cuando esto se repite con frecuencia, el elector percibe que su voto no
tendrá ningún efecto y decide no votar más. El cuestionado resultado de las presidenciales
revivió las consignas: “en Venezuela se vota, pero no se elige”, “participar
en las elecciones es convalidar la farsa electoral del régimen”, “no voy
a votar porque no quiero que me vuelvan a robar el voto”.
Esto es lo que la psicología llama la desesperanza aprendida, un
concepto que analiza un estado mental en el que la persona -expuesta a
estimulaciones aversivas que no puede controlar-, “aprende” a
comportarse pasivamente, al ver que es inútil su acción para cambiar un
resultado no deseado, incluso cuando surgen condiciones que ofrecen la
oportunidad de lograr un cambio.
Por
lo tanto, en la enorme abstención que amplificó la catástrofe electoral de
la oposición tiene mucho peso e influencia la desesperanza aprendida implantada
por el gobierno a través de una gama de estimulaciones aversivas, tales como:
· La designación de una autoridad electoral y un tribunal supremo parcializados;
· La permanente persecución, encarcelamiento
y exilio forzoso de líderes políticos, dirigentes sindicales, defensores de
derechos humanos y periodistas;
· El abuso de las inhabilitaciones políticas para
sacar de la contienda a candidatos ganadores de la oposición;
· La ilegalización de partidos políticos y el despojo
de sus nombres y símbolos para entregárselos a disidentes que le hacen el juego
al gobierno;
· Las descalificaciones entre dirigentes de la
oposición y candidatos que no representan el sentir nacional y tienen un discurso
divorciado de las necesidades y demandas concretas de los electores;
·
La negación a publicar los resultados desagregados por mesas y centros
electorales para verificar la totalización anunciada.
En el deterioro de las
condiciones electorales se materializan las estimulaciones aversivas
premeditadamente concebidas y ejecutadas por el régimen para implantar la desesperanza aprendida como un mecanismo de dominación que influye
en la conducta electoral del votante opositor y provoca la abstención que
convierte en mayoría a la minoría oficialista. Sin garantías y condiciones
electorales se crea un ambiente de desconfianza en la
institución del voto, toda vez que el elector se convence de que no puede hacer
nada para mejorar las condiciones de competencia electoral y lograr un
resultado diferente. Esto reduce la
motivación, agrava la apatía electoral y aumenta la abstención.
Dado
el enorme rechazo a los candidatos oficialistas, en las Parlamentarias y
Regionales del 25-M y en las Municipales del 27-J, la oposición pudo haber logrado un mejor desempeño, pero en la conducta
electoral se reflejó la desesperanza aprendida implantada por el gobierno como
un mecanismo de dominación. El elector se sintió indefenso ante un CNE y TSJ que
percibe funcionales al gobierno y se abstuvo de votar porque aprendió
que su voto no tendrá ningún efecto en un resultado que considera predeterminado.
Esta certeza implanta una sensación de desesperanza, frustración e impotencia
que refuerza la creencia de que no vale la pena votar porque no se respetarán
los resultados, generando así una elevada
abstención que convierte en mayoría a la minoría oficialista que
termina ganando la mayoría de los cargos en disputa.
La responsabilidad de la oposición abstencionista
Con sobradas
razones, MCM cuestiona que en las Presidenciales de 2024 el CNE anunció un
sorpresivo e inesperado resultado contrario a las encuestas preelectorales, a
las consultas a boca de urna y a las actas en manos de los testigos que daban
como ganador a su sustituto, Edmundo González Urrutia. Pero en vez de llamar a votar en
las siguientes elecciones para contarse otra
vez y demostrar con quién está la soberanía nacional ejercida a través del
voto, llamó a la abstención y se dedicó a difundir una narrativa
desmovilizadora, afirmando que Venezuela ya se había pronunciado en las
Presidenciales del 28-J, y lanzó la línea de no participar en ninguna otra
elección hasta tanto se publiquen las actas que demuestren el resultado de las
presidenciales del año pasado. Con el enorme rechazo a los candidatos
oficialistas, lo más fácil era ganar. ¿Por qué MCM no llamó a votar?
Si MCM y su partido Vente
Venezuela hubiesen podido postular candidatos en el ciclo de elecciones
parlamentarias, regionales y municipales que acaba de concluir, seguramente
habrían participado y llamado a votar masivamente para capitalizar electoralmente
su momentum y arrasar con la mayoría de los 3.300 cargos públicos que
estuvieron en disputa. Incluso -con su partido ilegalizado y sus candidatos
inhabilitados, presos y en el exilio-, MCM pudo haber aprovechado su liderazgo
para promover candidaturas únicas y unitarias entre los diferentes bloques de
la oposición, aunque no fueran militantes de su partido. Pero se necesitaba
demasiada grandeza y desprendimiento para subordinar su proyecto partidista particular
y sus ambiciones personales, al interés nacional de construir una sólida
posición de poder en el parlamento, las gobernaciones y alcaldías que fuese reconocida
por el gobierno, la FANB y la comunidad internacional.
MCM se propuso evitar a toda costa la
consolidación de una fuerza política no controlada por ella y que pudiera
desplazarla en la disputa interna por el liderazgo de la oposición. Para conjurar
esa amenaza, necesitaba hacer desaparecer del ecosistema político a la
oposición participacionista, y por eso la desacreditó acusándola de falsaria,
traidora y colaboracionista del régimen. Sus llamados
a la abstención agravaron el desgano y la apatía electoral que se reflejó en la
desmovilización del país descontento. Y así, los partidos
habilitados que sí pudieron inscribir candidatos, no lograron capitalizar electoralmente el rechazo a los candidatos
oficialistas para lograr un mejor desempeño.
Los partidos que conforman la PUD y
obedecieron el llamado a no participar se quedaron sin diputados, gobernadores,
legisladores regionales, alcaldes ni concejales. No representan nada en el
ecosistema político nacional, prácticamente dejaron de existir y seguramente
perderán su registro en el CNE como organizaciones políticas activas. Lo que
pudo haber sido una aplastante victoria se convirtió en una lapidaria derrota
que dejará fuera del radar a esa constelación de micro partidos sin
representación en los espacios de poder institucional.
La responsabilidad de la oposición
participacionista
Otro factor que explica la catástrofe
electoral de la oposición es su propia división. La oposición participacionista
se presentó partida en cuatro bloques y dispersó el voto del país descontento.
Al no competir con candidaturas unitarias y únicas, no se pudo sumar la mayoría
de votos para ganarle a la minoría oficialista. Una vez más se impusieron los
proyectos políticos particulares y las ambiciones personales, por encima del interés
nacional.
Las organizaciones políticas están muy
desprestigiadas y no dan señales de reinventarse para desarrollar nuevas formas
de conexión con la sociedad. En vez de generar propuestas concretas
y viables para resolver la problemática que afecta a las comunidades, el debate
político-electoral estuvo signado de insultos y ataques personales. Los partidos viven sumergidos en sus crisis internas y pugnas con
otros partidos donde el desprecio, la descalificación y el insulto signan
la campaña electoral. Es la política del escándalo que agrava el desgano y la
apatía electoral.
El elector no se siente motivado por la pobreza de un
discurso electoral que se limita a describir una problemática que ya conoce muy
bien porque la sufre y padece día a día. El elector quiere
escuchar propuestas concretas para solucionar los problemas concretos que
afectan su cotidianidad. Para romper la inercia
abstencionista, había que motivar al elector con propuestas claras para mejorar
la calidad de vida en el municipio donde habita, y eso no se hizo. Se compitió
sin programa, sin propuestas, sin una oferta electoral convincente y
movilizadora.
En Venezuela las organizaciones políticas
son cascarones vacíos que han perdido vigencia como medio de organización
y participación ciudadana. Los partidos de la oposición exigen democracia y alternancia en el poder, pero no celebran
elecciones internas para renovar sus directivas, los viejos dirigentes se
aferran al mando y le cierran el paso al nuevo liderazgo, dando origen a pugnas
internas que ha servido de pretexto para judicializarlos, intervenirlos y
entregarles su conducción y símbolos a disidentes que tampoco cuentan con el
apoyo y reconocimiento de las bases del partido.
La
abstención no es un acto de desobediencia civil ni una estrategia para construir
una posición de fuerza electoral y poder político
A la luz
del catastrófico resultado electoral que ha dejado no
se puede celebrar la abstención como un acto de desobediencia civil. Con la
abstención, MCM logró que desparecieran del ecosistema político las fuerzas
opositoras que podían hacerle contrapeso a su ambición de imponer un liderazgo
unipersonal, no subordinado a ninguna institucionalidad política de la
oposición; pero lo logró al precio de entregar al
oficialismo el control absoluto de la AN y de la mayoría de las gobernaciones y
alcaldías.
Como dijo
el poeta: “nada se ha perdido si se tiene el valor de proclamar que todo se
ha perdido y hay que empezar de nuevo”. De cara al próximo ciclo electoral,
quedan por delante cinco años de arduo e intenso trabajo para
conectarse con el sentir del elector. Los partidos políticos están llamados a reinventarse
para fortalecer su capacidad de análisis y comprensión de la realidad a
transformar, tienen que ofrecer un programa de gobierno atractivo que estimule
a votar, postular buenos candidatos -con liderazgo y capacidad de gestión-, y
contar con una maquinaria electoral capaz de organizar y movilizar al
electorado descontento.
Con
el férreo control económico, militar, social y político que ha logrado el
gobierno, no hay vía rápida para
restaurar la democracia venezolana y recuperar la alternabilidad en el poder.
Esto será posible cuando el país descontento y políticamente organizado acumule
suficientes fuerzas para lograr la reinstitucionalización de los poderes
públicos. Es una tarea de largo aliento, de recuperación
gradual de los espacios de poder y decisión perdidos por la abstención y
división de la oposición.
Serán cinco
años de sostenido trabajo organizativo y quienes
se propongan capitalizar el descontento nacional en el próximo ciclo electoral,
tienen que ofrecer al votante una alternativa superior a la de su competidor.
De lo contrario su aspiración política será vista como simple ambición personal
y serán considerados como más de lo mismo, o más de lo peor. El país descontento necesita un nuevo liderazgo que- en vez
de dividir- unifique a la Nación en un mensaje de reencuentro y reconciliación,
y la guíe hacia una solución electoral y pacífica del largo y extenuante
conflicto político venezolano.
¿Qué puede ganar o perder la oposición en las Municipales del 27-J?
Víctor Álvarez R. / Pedagogía Electoral
En las
parlamentarias y regionales del 25-M, el 75% de los electores se abstuvo de
votar y el resultado fue que los candidatos oficialistas ganaron 23 de las 24
gobernaciones y 256 de los 285 diputados a la AN. En las Municipales del 27-J se
elegirán 335 alcaldes y 2.471 concejales y -con una elevada abstención- se
repetirá el mismo resultado del 25-M. Si la oposición pierde los 111 alcaldes
que ahora tiene, también perderá los 954 concejales, el país descontento se
quedará sin representación política y -sin espacios de resistencia y lucha
institucional- a la oposición le será muy difícil reconstruirse.
¿Tiene
la oposición suficientes fortalezas para defender las 111 alcaldías y 954
concejales que aún tiene y lograr un mejor desempeño en las Municipales del 27
de julio de 2025?
Entre las organizaciones habilitadas para participar figuran 36 nacionales, 10 regionales y 8 de los pueblos indígenas. Así, cada organización política tenía que postular:
Estamos en campaña electoral, disculpen los insultos
En las Municipales
del 27 de julio se elegirán 335 alcaldes y 2.471 concejales. Los partidos
políticos tienen una razón de ser: conquistar el poder para servir al
interés común. Se diferencian por su ideología, doctrina y estrategias. Su acción
política es una combinación de razón y emoción, de inteligencia y pasión.
En las parlamentarias y regionales
del 25 de mayo, el 75% de los electores se abstuvo de votar. El resultado fue que
los candidatos oficialistas ganaron 23 de las 24 gobernaciones y 256 de los 285
diputados a la Asamblea Nacional. En las Municipales se elegirán 335 alcaldes y
2.471 concejales.
Si en las Municipales del 27-J otra
vez se registra una elevada abstención, se repetirá el mismo resultado de las
Parlamentarias y Regionales del 25-M y esto tendrá un alto costo. Si la
oposición pierde los 111 alcaldes que ahora tiene, también perderá los 954
concejales y el país descontento se quedará sin representación política en los
espacios de resistencia y lucha institucional.
Cuando las organizaciones políticas no participan en las elecciones que se convocan, se desmovilizan y quedan desmanteladas, no acumulan fuerzas y, por el contrario, pierden espacios de representación y poder a través de los cuales se vinculan con las necesidades y demandas de los electores.
martes, 22 de julio de 2025
jueves, 17 de julio de 2025
Ventaja en condiciones políticas puede compensar la desventaja en condiciones electorales
Víctor Álvarez R. / Pedagogía Electoral
Las
condiciones electorales deben ofrecer a todos los competidores las mismas
oportunidades de ganar o perder, sin ventajismos a favor de alguno de los
candidatos o partidos. Se compite en desventaja cuando una opción política
sufre una permanente persecución, encarcelamiento y exilio forzoso de sus líderes;
cuando se abusa de la inhabilitación política para sacar de la contienda a
candidatos ganadores; cuando se ilegalizan partidos o se despojan los nombres y
símbolos para entregárselos a otros dirigentes que tampoco cuentan con el
reconocimiento de la militancia.
También se
compite en desventaja cuando los medios de comunicación públicos son
monopolizados por los candidatos oficialistas y cuando se utilizan recursos del
Estado a favor de una opción política. De allí la importancia de la regulación
de las campañas electorales, la fiscalización del origen de los gastos y de la
observación nacional e internacional.
Las condiciones electorales pueden ser muy
desventajosas, pero pueden ser compensadas cuando se sabe aprovechar la ventaja
que otorgan las favorables condiciones políticas derivadas del rechazo
a los candidatos oficialistas. Dicho al revés, las ventajosas condiciones
políticas pueden compensar la desventaja en las condiciones electorales,
siempre y cuando se haga el trabajo de organización y movilización política
para capitalizar electoralmente el descontento nacional.
Condiciones políticas en las que se presenta la oposición
Los estándares internacionales de los procesos electorales
Venezuela concluye un largo maratón electoral que comenzó con las elecciones
presidenciales del 28 de julio de 2024, continuó con las elecciones parlamentarias
y de legisladores regionales el 25 de mayo de 2025, y concluye el domingo 27 de
julio con las elecciones de alcaldes y concejales municipales.
Aunque estaba claro que 2024 era un año de elecciones presidenciales y
2025 año de parlamentarias, regionales y municipales, una característica común de
estos procesos fue la fecha perentoria que se fijó para celebrar cada uno de
estos comicios. Esto obligó al CNE y los órganos subalternos del poder
electoral a planificar en muy poco tiempo la logística de todos los pasos del
proceso electoral.
La manera apresurada como se convocaron las diferentes elecciones agarró
fuera de base a una oposición que no se preparó con tiempo para encarar este
largo ciclo de elecciones. Fue una ráfaga de elecciones con poco margen entre
una y otra y esto complicó la generación y difusión de información sobre los
candidatos postulados y sus propuestas.
La información y educación electoral es fundamental. Sin embargo, los electores
suelen estar desinformados sobre las diferentes fases y etapas del proceso
electoral, poco saben sobre la complejidad del proceso electoral venezolano y
muchas veces ni siquiera están conscientes de cuáles son sus derechos políticos
y electorales.
Diferencia entre garantías electorales y condiciones electorales
lunes, 14 de julio de 2025
Comenzó la campaña: ¡Basta de realidades, queremos promesas!
Víctor Álvarez
R. / Pedagogía Electoral
Comenzó la
campaña electoral relámpago para los comicios municipales del 27 de julio en
los que se elegirán 335 alcaldes y 2.471 concejales. Los partidos políticos tienen una
razón de ser: conquistar el poder para servir al interés común. Se
diferencian por su ideología, doctrina y estrategias. Su acción política
es una combinación de razón y emoción, de inteligencia y pasión.
Tal como ocurre en otros países, también en
Venezuela los partidos políticos han perdido vigencia como medio de
organización y participación ciudadana. La mayoría exige democracia y alternancia en el poder, pero no celebran elecciones
internas para renovar sus directivas, los viejos dirigentes le cierran el paso
al nuevo liderazgo, dando origen a pugnas internas que ha servido de pretexto
para judicializarlos, intervenirlos y entregarles su conducción y símbolos a
disidentes que tampoco cuentan con el apoyo y reconocimiento de las bases del
partido.
Las organizaciones políticas están muy
desprestigiadas y no dan señales de reinventarse para desarrollar nuevas formas
de conexión con la sociedad. Al no generar propuestas para resolver la
problemática concreta que azota a la gente, el debate político-electoral se
llena de ataques y contra ataques personales. Los partidos viven
sumergidos en sus crisis internas y pugnas con otros partidos donde el
desprecio, la descalificación y el insulto parecieran ser los principios
rectores de la acción política venezolana. Es la política del escándalo que
exacerba las bajas pasiones y agravan el desgano y la apatía electoral.
El elector no se siente motivado por la pobreza y vacuidad de un discurso político-electoral que se limita a describir una problemática que ya conoce muy bien porque la sufre y padece día a día: quiere escuchar propuestas concretas para solucionar los problemas concretos que atormentan su cotidianidad. Quienes se limitan a criticar sin proponer demuestran desconocimiento e incomprensión de los problemas reales que afectan a la gente. Para conectarse con el sentir del elector, los partidos políticos están llamados a fortalecer su capacidad de análisis y comprensión de la realidad a transformar, ofrecer un programa de gobierno atractivo que estimule a votar, postular buenos candidatos -con liderazgo y capacidad de gestión-, y contar con una maquinaria electoral capaz de organizar y movilizar al electorado descontento.
martes, 8 de julio de 2025
lunes, 7 de julio de 2025
La ruta del petróleo conduce a Venezuela
Los estrechos geográficos en la ruta del petróleo son puntos estratégicos por los que pasa un alto porcentaje del petróleo y gas que surte al mercado mundial y son vitales para la seguridad energética global. Se destacan: el estrecho de Ormuz, el estrecho de Malaca, el estrecho de Bab el-Mandeb, los estrechos turcos de Bósforo y Dardanelos; y, por supuesto, los canales de Suez y Panamá. Con la intensificación del conflicto bélico entre Irán e Israel, el estrecho de Ormuz vuelve a estar en el centro de atención de los observadores internacionales.
Trump
ha dicho “no tenemos por qué comprar energía
a Venezuela”, pero en ese incierto
escenario bélico, la seguridad energética global necesita un respaldo
preventivo. Pero el escenario bélico en Medio Oriente le ofrece a Trump nuevos incentivos para alinear
los intereses de seguridad energética, migratorios y geopolíticos de EEUU con
la flexibilización de las sanciones petroleras.
En efecto, surgen nuevas y poderosas razones técnicas, económicas y geopolíticas para reactivar las negociaciones directas entre la Casa Blanca y Miraflores, en función de asegurar el suministro estable y seguro de petróleo venezolano a los mercados estadounidense, europeo y asiático. Si bien es cierto que EEUU se convirtió en uno de los principales productores de petróleo gracias a la tecnología del fracking, ese petróleo liviano no es el más adecuado para buena parte de las refinerías estadounidenses que fueron diseñadas para procesar los crudos pesados venezolanos. Mantener las operaciones de fracking requiere precios superiores a 60 $/b para cubrir los altos costos y ser rentables. Si en un escenario de paz los precios caen por debajo, a EEUU le resultará más barato importar petróleo que consumir el propio. Y los precios pueden caer si se pone fin a la guerra en Ucrania y se logran acuerdos de paz estables y duraderos entre Israel e Irán.
Los profetas de la violencia
Víctor Álvarez R. / Premio Nacional de Ciencias
En enero de 2025 -en su audiencia de confirmación como Secretario de
Estado ante el Congreso de EEUU-, Marco Rubio afirmó que Irán está construyendo
fábricas de drones de combate en Venezuela y que el régimen venezolano otorga
pasaportes a Hezbollah y otros grupos terroristas. Esto recuerda las
acusaciones de EEUU contra Irak de poseer armas de destrucción masiva y colaborar con
el terrorismo, narrativa con la que se justificó la sangrienta invasión que
sirvió para derrocar a Sadam Husein, pero al precio de hundir a Irak en una ola
de violencia y destrucción que aún no ha podido superar. Una vez invadida Irak
y controlado su territorio, los invasores no encontraron las supuestas armas de
destrucción masiva que sirvieron de pretexto para llevar a cabo aquella
violenta intervención militar.
Una narrativa semejante se está desarrollando ahora con los recientes ataques
a las plantas nucleares de Irán que -al igual que Irak- es acusada de estar
desarrollando armas de destrucción masiva. Las implicaciones y riesgos de esta campaña
se extienden a los países aliados de Irán en el hemisferio, como es el caso de
Venezuela, y representan una seria amenaza para la seguridad nacional y para la
paz nacional y regional.
En una reciente entrevista con el periodista Napoleón Bravo, María
Corina Machado (MCM) se hizo eco de las acusaciones de Marco Rubio y nuevamente
planteó la intervención externa en Venezuela, con el pretexto de que aquí se
están fabricando drones militares en asociación con Irán: “se han firmado
400 acuerdos entre Venezuela e Irán. Venezuela es el único otro país en el
hemisferio occidental, además de EEUU, que tiene capacidad de construcción de
drones de combate. Obviamente, de origen iraní. Funcionan aquí, en la Base
Libertador. Venezuela está a solo horas de La
Florida, no está a la distancia de Irán. Esto es una amenaza real para EEUU”[1], afirmó MCM en la entrevista.
Con Trump
bombardeando a Irán, quienes buscan una salida violenta del conflicto político
venezolano apuestan a incidir en la opinión pública internacional con una
narrativa que presente a Venezuela como una amenaza para el hemisferio: “Occidente se quiere salvar. Sí, pero para que Occidente se
salve, el riesgo mayor opera en Venezuela, y no es contenible dentro de
nuestras fronteras. Eso ha quedado clarísimo, ¿quién es el gran aliado de Putin
en América Latina? Nicolás Maduro. ¿Quién es el gran aliado del régimen iraní
en América Latina? Nicolás Maduro.”, agregó MCM
en la mencionada entrevista.
Quienes apuestan a una salida insurreccional y violenta, nuevamente esperan a que sea una intervención extranjera la que haga desde afuera lo que no han podido hacer desde adentro. La caída de Bashar al-Ássad en Siria y el reciente ataque a las plantas nucleares en territorio iraní alientan esta expectativa. Pero invocar una intervención extranjera es un pasaporte directo a la violencia que terminará por hundir al país en una confrontación interminable que agravaría la migración venezolana que tanto preocupa a Donald Trump, la cual ha catalogado como una invasión a los EEUU que hay que detener y expulsar.
Municipales del 27-J: ¿Cuáles son y dónde están los buenos candidatos?
Víctor Álvarez R. / Director de Pedagogía Electoral
Los partidos políticos exigen elecciones
competitivas, pero una oposición dividida, sin buenos candidatos, sin un
programa atractivo que motive a votar, y sin una maquinaria capaz de defender
los votos en cada mesa electoral, es incompetente para capitalizar
electoralmente la ventaja comparativa que le otorga el enorme rechazo al
gobierno y salir victoriosa en unas elecciones competitivas.
¿Quiénes
son los líderes del país descontento? ¿Acaso los abstencionistas que reciben
apoyo internacional? ¿Acaso los que se postulan a las elecciones y se ganan el
respaldo del electorado a pesar del ventajismo oficialista? ¿Acaso los que
negocian y buscan acuerdos con el gobierno?
La oposición venezolana está
dividida en varias tendencias antagónicas que parecen más interesadas en
descalificarse entre ellas mismas que en hacer causa común para enfrentar al
gobierno. Al utilizar el pretexto de la falta de condiciones electorales para
no participar ni volverse a contar, le hacen el juego a la estrategia
divisionista y abstencionista del régimen y así desperdician la oportunidad de
ganar que ofrece el enorme rechazo a los candidatos oficialistas.
Los
abstencionistas alegan que no pueden participar porque sus candidatos están
inhabilitados, presos o en el exilio. Pero cuando les quitan la inhabilitación
y pueden participar, entonces los consideran
alacranes
y traidores. La oposición abstencionista teme
caer derrotada al presentarse dividida por no haber sido capaz de subordinar al interés nacional sus
intereses políticos particulares y ambiciones personales.
Tan así es, que el sector de la
oposición que decidió participar en las elecciones parlamentarias y regionales
del 25 de mayo se presentó dividido, con varios candidatos para cada cargo en
disputa. Una vez más, la abstención y división de la oposición convirtieron
en mayoría a la minoría oficialista, cuyos candidatos arrasaron con 23 de las
24 gobernaciones y 256 de los 285 diputados a la Asamblea Nacional.
Priorizar la restitución de los derechos políticos por encima de los derechos sociales es un error que suelen cometer los partidos y dirigentes que no se conectan con el clamor nacional. Se enfocan en denunciar la persecución, encarcelamiento y exilio forzoso de sus líderes; denuncian el uso de la inhabilitación política para sacar de la contienda a sus candidatos; cuestionan la ilegalización de partidos y el despojo de siglas y símbolos para entregárselos a disidentes que le hacen el juego al gobierno; denuncian el ventajismo oficialista al utilizar los medios públicos a favor de sus candidatos; pero no se conectan con los problemas de la gente.
Si el descontento nacional no sale a votar, la oposición desaparecerá del ecosistema político venezolano
Víctor Álvarez R. / Director de Pedagogía Electoral
A un mes del arrase de los candidatos oficialistas
en las elecciones parlamentarias y regionales del 25 de mayo, el CNE anunció elecciones de
alcaldes y concejos municipales para el 27 de julio. En estos nuevos comicios se elegirán 335 alcaldes y 2.471 concejales; de estos, 982 son electos nominalmente en 596
circuitos interparroquiales, y 1.420 en 335 listas cerradas por representación
proporcional.
Actualmente, de los 335 alcaldes, 111 son de la
oposición, 58 de la MUD y 53 de otras tendencias opositoras. Entre los 2.471
concejales, 954 son de oposición, 479 son de la MUD y 475 de otros partidos de
la oposición.
Estaba
cantado que el oficialismo se apresuraría a convocar las elecciones municipales
para terminar de rematar a una oposición que aún no se repone del trauma
poselectoral que sufrió después del inesperado y sorprendente resultado anunciado
por el CNE en las Presidenciales del 28 de julio de 2024, contrario a las
encuestas, mediciones a boca de urna, y las actas en manos de los testigos de
la oposición.
Una vez más, la
convocatoria apresurada de las elecciones deja a la oposición desconcertada y
sin capacidad de respuesta. El oficialismo no da tregua para que su dividido y
extenuado rival reflexione y decida capitalizar el rechazo a la gestión de
gobierno. La división y debilidad de oposición es aprovechada para una nueva
arremetida que los deje fuera de juego.
¿Tiene la oposición
suficientes fortalezas para defender las 111 alcaldías y 954 concejales que aún
tiene y lograr un mejor desempeño en las Municipales del 27 de julio de 2025?
No hay candidatos
para tantos cargos
Entre las organizaciones habilitadas para participar figuran 36 nacionales, 10 regionales y 8 de los pueblos indígenas. Si compiten separadas, cada organización política debe postular:
Razones para votar en las elecciones municipales del 27 de julio
Víctor Álvarez R. / Director de Pedagogía Electoral
En las
presidenciales del pasado 28 de julio de 2024, el poder electoral dio como
ganador al candidato oficialista, un sorprendente e inesperado resultado
contrario a las encuestas preelectorales, a las mediciones a boca de urna, y a
las actas en manos de los testigos de la oposición. La Sala Electoral del
Tribunal Supremo de Justicia ratificó este resultado sin que antes se
publicaran las actas desagregadas por mesas y centros electorales que comprobaran
la veracidad de la totalización anunciada.
Cuando esto se
repite una y otra vez, el elector percibe que su voto no tendrá ningún efecto
en el resultado y decide que no volverá a votar. De hecho, se han
vuelto a escuchar las consignas abstencionistas y desmovilizadoras que dicen:
“en Venezuela se vota, pero no se elige”,
“participar en las próximas elecciones es convalidar la farsa electoral del
régimen”, “no voy a votar porque no quiero que me vuelvan a robar el voto”.
Esto es lo que
la psicología llama la desesperanza aprendida, un concepto que
analiza y describe un estado mental en el que una persona -expuesta a
estimulaciones aversivas que no puede controlar-, aprende a
comportarse pasivamente, al ver que es inútil su acción para cambiar un
resultado no deseado.
Justamente, el
deterioro de las condiciones electorales forma parte de las estimulaciones
aversivas que el elector descontento no puede controlar y se revela como una
eficaz estrategia del régimen para implantar la desesperanza aprendida
en el mapa mental de los electores venezolanos. En esencia, se trata de un
mecanismo de dominación para influir en la conducta electoral del votante
opositor y una vez más provocar la abstención que convierta en mayoría a la
minoría oficialista.
En el maratón electoral de 2025 se convocaron comicios para elegir 3.375 cargos públicos, a saber:














